No quieren ver la oscuridad de lo que esconde el simple hecho de que una mujer, cualquier mujer, pueda ser comprada o vendida como si fuera un producto. Pocos son los que quieren mirar ahí, de hecho, en esa parte de nuestra realidad que esconde a lobos feroces como los respetables empresarios, mamis que captaron a las niñas y comisionistas que colaboraron para poner a disposición de los violadores a las menores. Tanta impunidad resulta insoportable.