Con su aspecto de *dandy *de las marismas, Julián Muñoz ha tenido algo de último castizo, como un personaje que hubiera llegado tarde a nuestro Siglo de Oro. Era ese camarero sandunguero que sabe que, en España, con la simpatía se llega a todas partes. También a las que es mejor no llegar nunca: los días en la alcaldía seguidos de noches de cocaína.