Sirvió, era útil. Hoy, sin embargo, es un muñeco roto. Pero como muñeco, el gólem de los hebreos está hecho de trozos. Cuatro partidos en 10 años. Y sin crítica. Y una izquierda destrozada. Morirá el personaje, pero no morirá los albañiles de este tipo de artefactos. La izquierda ha perdido un poco más, si cabe, de su propia virtualidad. ¿Quién será el próximo gólem de estos personajes que se atreven a construir fulanos en la izquierda?