Pese a sus victorias parciales, Israel ni vive en paz ni ha conseguido hacer las paces con sus enemigos. Es más, de nuevo está creando el caldo de cultivo propicio para que en el futuro nuevas generaciones se lancen contra un país que se ha convertido, en la práctica, en una máquina muy bien engrasada para hacer la guerra y defenderse de las agresiones. Sin duda, porque desde hace mucho tiempo ha renunciado a la vía diplomática para conseguir la paz.