Hace poco, en una tienda de cercanía, dos investigadoras con cesta de la compra discutían sobre lo mal que está España, atribuyendo al Gobierno la falta de formación científica y voluntad de acción que sin duda ellas y sus correligionarios poseen. Me callé porque es lo que quiero hacer. No deseo empecinarme en discusiones inútiles con personas que un día fueron abducidas por cualquier medio de comunicación de los que nutren a la parroquia mediante, y digo bien, el boca a boca: a base de escupir mentiras hacia anchas tragaderas.