Como pesimista lo digo: no es realismo sin más, es ponerse en lo peor para prevenir el sufrimiento futuro, para tener una sensación de control que es pura ilusión. Y ahora se está convirtiendo en un fatalismo propio del pensamiento mágico: no hay nada que hacer, todo está escrito, todo está decidido. Y viviremos peor, aunque ya hayamos vivido mejor que todas las generaciones anteriores.