Esta semana hemos tenido un paso atrás en el tiempo: a un jugador le han llovido los mecheros porque -decían- estaba provocando. Pero hete aquí que tantos años no han sido en vano, y fue la propia afición atlética la que pitó a sus ultras. Nos dieron así la lección de civismo del mes: negarse a aceptar que los radicales de una fe son los que mejor la encarnan.