Que llueva tanto y de manera artificial sobre la política supone una tormenta interesada. Se trata de distraer los debates, de empapar la autoridad para que no se puedan tomar decisiones. Esperemos que la política no se someta a las falsas tormentas, que no nos empape la manga riega, porque hace falta tomar muchas decisiones, muchas decisiones para ordenar la dignidad económica de nuestra convivencia.