Cuenta nuestro compañero Miguel Ángel Campos, veterano de decenas de coberturas de desastres, que nunca se había encontrado con tantísima desinformación como en la DANA de Valencia. Ha tenido que verificar, nos cuenta, incluso lo que decían autoridades y policías locales, que daban por buenas supuestas noticias (casi siempre malas) que les trasladaban influencers y pseudomedios por las redes sociales. Campos explica que la fuente más fiable ha sido, como suele ser habitual, la Guardia Civil, que no hace declaraciones públicas. Javier Salas, periodista de El País que lleva años cubriendo y analizando la desinformación y los bulos, explica que "nos estamos todo el rato asomados al pozo de la desinformación en los móviles" y confirma que "nunca nos hemos enontrado tanta acumulación de mierda informativa como en esta ocasión. Es algo que nos desborda por todos lados." Es aterrador y triste pensar que habrá gente que nunca creerá las cifras oficiales del párking de Bonaire: "no vamos a salir de aquí con una cifra oficial de datos que convenza a la población española. Se ha roto la confianza. Es un proceso que venía de antes, cristalizó en la pandemia y se quebró la confianza pública y la confianza entre nosotros y la confianza en el que no piense como yo. Y hay que tener mucho cuidado porque cuando no crees en nada te crees cualquier cosa." Ya pasó hace un siglo y puede volver a pasar. Sastre se ha preguntado si esto no tiene remedio. Para Salas "es muy difícil retomar la senda de la confianza pública." Pero sí parece imprescindible que aprendamos a usar las redes sociales, que no reenviemos bulos que buscan hacer daño, que no pongamos tuits malévolos porque los likes nos suben la autoestima. Que seamos conscientes de que las redes sociales generan un tipo de comportamientos que tenemos que frenar. "Llevamos quince años con ellas, no puede ser que estemos en primero de redes sociales."