No es normal que un rey acuda a un chalé de Boadilla del Monte a comerse una paella con una vedette. No es normal que alguien haga fotos del encuentro de ese mismo rey, con su camisa de rayas y su canesú, mientras esa misma mujer le sirva el arroz y el hijo de esa mujer opte, treinta años después, por vendérselas a una revista holandesa como venganza porque esto es España y no una peli de tarde. No es normal que esas imágenes hayan podido servir para un supuesto chantaje de Estado pagado por dinero público durante años.